Me gusta reencontrarme
con la lectora que fui.
Me reconozco en algunos dobleces de poemas,
en las marcas viejas de libros manoseados.
A veces, no me encuentro
-me rechazo-
y yo,
que sigo creyendo que siempre
he sido esto mismo,
interrogo al poema
para que confiese
por qué ha cambiado.
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