18.1.24

Artículo 49

Mi padre hacía trampas al jugar al fútbol: corría con sus dos muletas y usaba su pierna mala para golpear al balón. Mi padre, indudablemente para la niña pequeña que yo fui, hacía trampas al jugar al fútbol.
Hoy, el padre que hacía trampas en el fútbol ha ganado. También ha ganado el periodista al que convocaban escaleras arriba o escaleras abajo. El vecino al que de vez en cuando le quitan alguna plaza reservada para aparcar. El que tiene que preguntar antes de ir a cada restaurante si es accesible o incumple la ley.
Mi abuela también ha ganado. La mujer que escaleras arriba y escaleras abajo se preguntaba, hace mucho tiempo, cómo se valdría su hijo sin ella. Hoy mi abuela estaría insultando frente a la tele, ¿tú te crees que hay derecho?, me diría contra aquellos que hoy han votado para que mi padre siguiera perdiendo. Y mi abuela tenía un perdón muy difícil.

21.11.23

Se me mueren los bebés en Gaza. 
Nos los matan.
Los matan a cientos. Cada día.
Israel está matando más.
Aún más.
Resquebrajan a cuchillo
lo que nos está quedando de humanidad. 

8.9.23

Tenía un poema a medias.
Tan solo cinco versos.
Eran más la idea
que las palabras finales.
Siguen escritos,
los cinco versos, solos,
en las notas del móvil.
No han pasado, abuelo
comencé a escribir un domingo por la noche.
No es un verso original, 
quizá tampoco sincero del todo,
pero era nuestro.
Apenas tres días después
dejó de tener sentido el poema, abuelo.
Ya no es necesario.



Hace 10 años mi abuelo Francisco falleció y desde entonces le he escrito varios poemas, algunos guardados en cualquier cajón. El pasado 23J empecé a hacer lo que tantas veces he hecho en estos 10 años, contarle a mi abuelo que los fachas no nos vencieron. Tres días después falleció mi abuela Josefa, que hoy -8 de septiembre- hubiera cumplido 98 años. 

29.8.23

Cruci

Las normas han cambiado
y no sabes ni cuándo ha sido.
Siempre te dejaron saltarte el protocolo.
Tú no hacías las reglas,
pero tomabas cubatas
con quien las manejaba.
Tú compadreas con quien siempre
ha marcado el bien y el mal
con un pinganillo al oído
y un micrófono en la mano.
Las normas han cambiado
y no entiendes qué ha sucedido
para no poder saltártelas.
Quieres cruzar los dedos índice y corazón
para pedir casa, cruci,
y volver al mundo
en el que tus cojones marcaban la ruta.
Pero hoy,
que tus amigos del pinganillo
cerraron los ojos,
ya no puedes saltarte el protocolo.
No hay cruci que valga
y ahora, ahora sí,
tú ya no la ligas.

4.6.23

Las que cuidan

¿Y si esto no fuera de cuidar
(a los nuestros)?
¿Y si la clave estuviera en no maltratar
(a los otros)?
Si no llamáramos enemigo
a quien se aleja
(apenas un palmo).
Si pudiéramos mirar a los ojos
sin competir en quién retira la mirada.
Quizá sentirse cuidada
se traduce en atreverse a hablar. 

7.2.23

Debate sobre el consentimiento

Resístete si quieres nuestra compasión.
Resístete.
Resístete. Mejor, incluso, si mueres.
Convocaremos un emotivo minuto de silencio.
Resístete.
Quizá lo que te pasa es que eres un poco puta.
Nadie puede probar que este incidente no fuera un jolgorio.
Resístete.
Nos vale una heridita. Pequeña.
Algo que nos diga que no eres un poco puta.
Resístete.



Notas (para cuando dentro de unos años, espero, no se pueda entender este poema por sí mismo):

16.11.22

Maestras cerveceras

 Midamos la felicidad como si fuera cerveza.
 
La felicidad 0,0 sería aquella
que es compatible con el trabajo,
que nos permite conducir
para ser continuamente operativos.
 
De la felicidad tostada de elaboración casera
nos dijeron que sólo es para pijos,
para burgueses.
Los currelas no tenemos derecho
a ese disfrutar,
a la tranquilidad de una felicidad
llevada a cabo desde la paciencia y el buen querer.

La más frecuente es la rubia:
la felicidad normativa,
la que te encuentras en cualquier súper
por muy de barrio que sea.
 
Cada uno se busca la suya,
nos sentimos especiales
sintiendo igual que el de al lado.
La felicidad Cruz Campo
o felicidad Ambar
es tan buen elemento identitario
como cualquier otro.
 
La felicidad Mahou es aquella
que nos hacen tragar.
Nos robaron
y se quedaron la producción.



Nota: Tras el golpe de Estado y posterior guerra, la Mahou se quedó en manos de la parte franquista de la familia. Alfredo Mahou, cuenta Antonio Maestre, fue concejal de la primera corporación de Madrid en abril de 1939. 

12.8.22

Volver con una más

Liechtenstein mandó a la guerra a 80 hombres. 
Seis semanas después volvieron 81:
cero bajas
y un convencido que sumaron. 

Resultaron del bando perdedor,
pero de eso nosotras sabemos mucho.

Rendidas de contar bajas, 
por fuego ajeno o amigo.
Hartas de perder mil batallas:
seamos Liechtenstein.

Entremos a cada batalla 
sin vergüenza por librarla,
teniendo claro el objetivo.

Volver las que partimos
y siempre, sin excusa, con alguna más. 

Quizá así,
estemos en condiciones 
de ganar alguna guerra. 

26.4.22

Al decir que la verdad 
era revolucionaria
olvidó la valentía
que se vuelve imprescindible,
aún en mayor medida,
para escupir la pregunta
y desnudar su mentira.

21.3.22

Y se jodió Dulcinea,
ya no quedan Caballeros Andantes.
Alonso, el último,
pidió que le llamaran Quijote;
se rieron de él.
Pidió poder creer,
soñar despierto lo que leía.
Pedimos
todos
poder vivir en los libros.
se rieron de él;
se rieron de nosotros.
Se jodió Dulcinea
y nos jodimos todos.