A demasiadas mujeres llorar,
a mí misma más de lo que quisiera.
Hemos llorado por fracasos,
insultos, humillaciones.
Ante el desprecio,
la impotencia.
Y de pronto, un día,
empezamos a llorar de alegría,
de lucha lograda.
Y somos más hermanas
con cada lágrima que compartimos.
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