Llamo casa a ese lugar
donde hace frío
porque llego tan tarde
que no vale la pena
encender la calefacción.
Llamo casa a esa nevera vacía,
al pasillo con pelusas
y una pila de platos por fregar.
A esas montañas de carpetas,
papeles sueltos
y paquetes de tabaco.
Llamo casa a tumbarme cansada
y no lograr desconectar.
A ponerme el pijama,
encender el ordenador
y seguir currando.
A veces llamo casa
a que no me importe madrugar
porque tengo cinco minutos
para darte un beso.
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