Han detenido a dos titiriteros por usar la libertad de expresión en su creación artística. Hasta aquí el único hecho relevante. El resto de la información sólo está valiendo para restarle importancia a esta grave vulneración de los principios democráticos por parte del Estado. Es ese 'pero' que parece leve y trae terribles consecuencias. El mismo pero del 'la portada de El Jueves no era ilegal pero era de mal gusto', 'debería tener médico pero no tiene papeles', 'violar está mal pero la falda la llevaba muy corta'. El mismo pero que nos permite darnos un halo demócrata mientras le compramos el discurso a quienes se muestran felices ante el consenso generalizado de 'algo habrá hecho la víctima'. Nos han ganado en la creación de discurso y, lo que es peor, parece que hemos abandonado esa pelea. La mayoría de textos que leo, no todos por suerte, condenando este encarcelamiento antidemocrático plantean un énfasis en ese pero 'no era para niños'. Aviso que no voy a debatir sobre si era o no para niños. En el caso de un encarcelamiento ese detalle me parece igual de importante que si llevaban los pantalones a juego con las zapatillas. Accesorio y que nada cambia. Pero sí quiero reflexionar sobre el porqué de la necesidad de remarcarlo. Aunque el grupo teatral ya dijo que no lo era -y defiendo el derecho del artista a decidir sobre su obra- yo sigo sin tener claro por qué no lo es y por qué la izquierda lo ha asumido tan rápidamente. Dado que, de momento, no se ha iniciado un proceso de ilegalización de los títeres de cachiporra y su entorno, entiendo que el problema no es la tremenda violencia que se muestra en ellos. Igualmente, dado que Disney se distribuye libremente, el problema tampoco está en que lo representado tenga un discurso político, dado que en pocos ámbitos encontraremos tanta apología del patriarcado como en estos cuentos de hadas infantiles. Entonces, quizá las pegas (tantas como para encarcelar a dos artistas) estén en qué discurso tiene la obra y hacia quién se dirige la violencia. La cultura en general nos impregna la mente del discurso dominante: no es malo matar a la bruja mala. Pero nos escandalizamos cuando esa bruja mata a uno de 'los buenos' como un juez o un banquero. Me temo que el pensamiento que subyace a ese 'pero no era para niños' se basa en la creencia de que los niños deben ser educados en el pensamiento dominante, sin plantearles las contradicciones, y que ya de mayores se enteren de cómo funciona el mundo. De educar a niños sin ideología, que significa educarles en la ideología dominante. De educar a niños capitalistas, racistas, patriarcales, consumistas, sin respeto a la vida animal y contaminantes. Una parte de la izquierda, parece ser, ha comprado ese discurso con tal gravedad que siente la urgencia de remarcarlo antes incluso de condenar unos encarcelamientos injustos.
10.2.16
Sobre la hegemonía y la detención de titiriteros
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