En el almacén de algún edificio oscuro
de eso que llaman fuerzas del Estado,
aguardan dos títeres y una pancarta.
Incautados por la seguridad ciudadana,
pasan los días entre armas,
restos de sangre
y el ordenador de Bárcenas, vacío.
Figuras de trapo asustadas.
Pero no temáis por ellos.
Quizá dediquen las horas
a escribir en las libretas anarquistas,
también incautadas.
Podrán decirnos
qué se siente al estar encerrado
siendo inocente.
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