en algún lugar del mundo,
son las 2 de la tarde,
minuto arriba, minuto abajo.
En algún lugar del mundo,
a las 2 de la tarde,
alguien ha acabado de comer,
quizá está reposando
o de vuelta corriendo a la jornada.
En otro lugar del mundo,
quizá no muy lejos del anterior,
otro alguien a las 2 de la tarde
no ha comido aún,
ni lo hará hasta que acabe
su largo trabajo.
En un lugar distinto a los dos anteriores,
cuando sea esa misma hora,
una persona cualquiera
-la estadística nos dice
que probablemente mujer-
no comerá.
A esa hora ni a ninguna otra.
Y todo esto no es
porque el mundo sea redondo
sino porque alguien,
sea la hora que sea
en el lugar del mundo en el está,
ha decidido que así sea.
Y porque nadie, aún,
ha roto sus manecillas.
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