30.3.25

Privilegios sin conciencia

 A los caballitos de madera de Machado, 
desde el respeto.
Señoros, putos señoros,
privilegios sin conciencia.
...................................
Yo conocí siendo joven
pactos de compañeros
por el hecho de ser hombre
en una reunión cualquiera.
En el aire somnoliento
silenciadas las voces
y los discursos no se oían
cuando venía de mujeres.
¡Acuerdos patriarcales
que piden manos calladas
de mujer, putos señoros,
privilegios sin conciencia!

5.1.25

5 de enero

Esta noche las huellas de los camellos
sobre tu parquet
dejarán ver su miedo. 
Los Reyes habrán dejado, 
temblando aún, 
miles de paquetes que envuelven sorpresas.
El vaso de leche caliente les ayudará a entrar en calor.
Quizá eso les calme.
A su paso por Gaza 
escaparon por los pelos de las bombas de Israel.

1.10.24

Mientras Israel invadía el Líbano 
yo estaba en la peluquería, 
sin atreverme a decir que quería más corto el flequillo.
Mientras unos misiles respondían al Estado genocida,
hubo buena gente que abrió una cerveza 
para brindar. 
Mientras,
era la ONU la que no hacía nada.

1.7.24

Ceguera

[...] por eso es tan peligroso normalizar los discursos de odio de la extrema derecha, porque pervierten el acto mismo de pensar.
Marga Ferré 

No me interesan tus intereses comerciales.
Me tocan el coño tus prejuicios 
y tu geopolítica de privilegios.
Me importas una mierda tú. 

Pero no tu ceguera.
Pero no el dolor que causan tus párpados cerrados.
Pero no los niños asesinados.
Pero no las muertes que justificas.
Pero no tus palabras defendiendo a Israel.

Me importas una mierda tú.
Pero no tu ceguera.

25.3.24

No sé sumar niños muertos.
Soy incapaz de comparar, 
de analizar niños muertos.
Trescientos mil niños muertos me desgarran igual
que tres mil.
Ninguna cifra puede sostener 
a tanto niño muerto.
Perdí mi capacidad matemática mientras asesinan
a un número deshumanizante de bebés.
Arábigos son los números que aprendimos.
Entre bombas los estamos olvidando en Gaza.

18.1.24

Artículo 49

Mi padre hacía trampas al jugar al fútbol: corría con sus dos muletas y usaba su pierna mala para golpear al balón. Mi padre, indudablemente para la niña pequeña que yo fui, hacía trampas al jugar al fútbol.
Hoy, el padre que hacía trampas en el fútbol ha ganado. También ha ganado el periodista al que convocaban escaleras arriba o escaleras abajo. El vecino al que de vez en cuando le quitan alguna plaza reservada para aparcar. El que tiene que preguntar antes de ir a cada restaurante si es accesible o incumple la ley.
Mi abuela también ha ganado. La mujer que escaleras arriba y escaleras abajo se preguntaba, hace mucho tiempo, cómo se valdría su hijo sin ella. Hoy mi abuela estaría insultando frente a la tele, ¿tú te crees que hay derecho?, me diría contra aquellos que hoy han votado para que mi padre siguiera perdiendo. Y mi abuela tenía un perdón muy difícil.

21.11.23

Se me mueren los bebés en Gaza. 
Nos los matan.
Los matan a cientos. Cada día.
Israel está matando más.
Aún más.
Resquebrajan a cuchillo
lo que nos está quedando de humanidad. 

8.9.23

Tenía un poema a medias.
Tan solo cinco versos.
Eran más la idea
que las palabras finales.
Siguen escritos,
los cinco versos, solos,
en las notas del móvil.
No han pasado, abuelo
comencé a escribir un domingo por la noche.
No es un verso original, 
quizá tampoco sincero del todo,
pero era nuestro.
Apenas tres días después
dejó de tener sentido el poema, abuelo.
Ya no es necesario.



Hace 10 años mi abuelo Francisco falleció y desde entonces le he escrito varios poemas, algunos guardados en cualquier cajón. El pasado 23J empecé a hacer lo que tantas veces he hecho en estos 10 años, contarle a mi abuelo que los fachas no nos vencieron. Tres días después falleció mi abuela Josefa, que hoy -8 de septiembre- hubiera cumplido 98 años. 

29.8.23

Cruci

Las normas han cambiado
y no sabes ni cuándo ha sido.
Siempre te dejaron saltarte el protocolo.
Tú no hacías las reglas,
pero tomabas cubatas
con quien las manejaba.
Tú compadreas con quien siempre
ha marcado el bien y el mal
con un pinganillo al oído
y un micrófono en la mano.
Las normas han cambiado
y no entiendes qué ha sucedido
para no poder saltártelas.
Quieres cruzar los dedos índice y corazón
para pedir casa, cruci,
y volver al mundo
en el que tus cojones marcaban la ruta.
Pero hoy,
que tus amigos del pinganillo
cerraron los ojos,
ya no puedes saltarte el protocolo.
No hay cruci que valga
y ahora, ahora sí,
tú ya no la ligas.

4.6.23

Las que cuidan

¿Y si esto no fuera de cuidar
(a los nuestros)?
¿Y si la clave estuviera en no maltratar
(a los otros)?
Si no llamáramos enemigo
a quien se aleja
(apenas un palmo).
Si pudiéramos mirar a los ojos
sin competir en quién retira la mirada.
Quizá sentirse cuidada
se traduce en atreverse a hablar.